...
que la virtud con clavos en los pies no caminaba
que necesité los tres pares de suelas de hierro para llegar
que el gallo mudo había montado un putiferio de gallinas
que la esperanza se reía en la caja de pandora
que quise quedarme antes de la certeza
que llegaba tarde.)
El sol se despedía,
todos los pájaros me anidaron
y los ojos se llenaron de arañas tejiendo en el vacío.
Los animales de la noche vinieron a buscarme.
Entré en el bosque de cruces sin respuestas,
todo fuera de su lugar,
sin preguntas.
Me tumbé sobre la tapia.
El grito despertador rechina y suicida la noche.
He dormido cien años allí.
...
..
.
Todo lo que no grité
y la ternura
-que conserva su piel de león-
se han reconciliado.
La fruta probada desenvuelve un sabor que conozco.
(Esto es lo que pasó:
- Llegué tan tarde
que se había marchado
...
No nos presentaron.
Se sentó junto a mi. Pidió conversación. Tenía esa cara de gordete simpático que bromea mucho.
Preguntó mi nombre. Me dijo el suyo. Decía que la vida no estaba de su parte y que una mujer mala le dejó. Me preguntaba si me molestaba escuchar, yo le repetía que estaba bien. Pensé que si empezaba con tonterías, el juego no me divertiría. Le dije que conocía este discurso.
Yo quería ser educada. Aún pensaba que no me molestaba. Liaba cigarrillos y me distraía.
El colmo fue cuando empezó a descolgar el discurso de lobo seductor. Entonces me silencié. Empezó a decir tonterías. Cualquier hombre parece estúpido cuando quiere seducir sin que le seduzcan. Me provocó mirándome la boca y aparté la cara. Dije que tenía sueño. Se acercó sin mirarme a los ojos y tuve que decir que no. Odio decir que no.
El sabor a sapo en la boca quedó igualmente.
Debe ser que tengo cara de caperucita.
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv_________D.
Una de las palabras que he aprendido leyendo el diccionario de francés (sí, me estoy leyendo el diccionario de francés-español, nerviosa, a ver cómo diablos le pido un bolígrafo a alguien si no sé cómo se dice ¿): à-coups.
La expresión es par à-coups y significa a trompicones. Bueno, pues así ha sido todo el viaje de vacaciones.
Primero porque el año pasado guardé la tienda mojada y este año hasta la cremallera de la puerta estaba oxidada. B. perdía los nervios "ahora como dos gilipollas cogemos todo y nos volvemos al coche" y yo me quitaba el cabestrillo para arreglar la cremallera con maña y un cuchillo de cocina.
Luego MJ. que abandonaba el festival como si aquello fuera un campo de batalla y, mientras tanto, B. se quedaba dormida al sol y sus piernas se quemaban de segundo grado.
Después se nos cuelga un tipo y nos da cerveza. B. calienta las latas pasándolas por las piernas porque le duelen muchísimo, se pone nerviosa y se marcha a dar un paseo, y yo, que de confiada me paso de tonta y no las veo venir, casi acabo con sabor a sapo en la boca... Durmiendo en el suelo, uf, el hombro dijo sus úlitmas palabras y las piernas de B. dijeron que tardábamos en huir. Nosotras también abandonamos ortigueira. Aguantamos casi 48 horas...
es el ortigueira más corto que he tenido.
En retirada, nos vamos a O Barco, Ourense, a casa de los tíos de B. (donde me cruzo con el tipo que oí silbar en Ortigueira, uf, así quiero silbar yo); buena gente, vino casero, comida y carajillos por todas partes, aún tengo el jabalí en la barriga.
Finalmente, dos días en un pueblo pequeñito, Riodolas, el pueblo de su infancia; cuatro casas habitadas y el resto en ruinas, rodeado de montañas, de recuerdos de B-niña., como el burro cuesta abajo, y de canteras que sangraban el monte, mucho silencio que agradecí enormemente (tocado por una melodía de Lou Reed en un mensaje desde Santiago) y una parte de B. (debería decir varias partes) que no conocía:
- aquí en la puerta me pisó una vaca. :-D
Comer moras y ciruelas de los árboles, mirar estrellas (no hubo luna hasta ayer), espantar moscas, comer, dormir, leer, crujir el suelo al andar, espantar moscas, subir y bajar cuestas, sentarse bajo una higuera o un castaño, espantar moscas, mirar las montañas, beber vino hasta las tantas, espantar más moscas...
Vaya personajes de leyenda hay en los pueblos gallegos... tienen las orejas tan grandes y el acento tan cerrado que parecen sacados de un cuento.
(Sin embargo)
Nada es tan obvio como yo pensaba. A veces no se pueden compartir las cosas que a uno le gustan o que le disgustan, a veces las cosas no se templan por más que uno quiera. Cuestión de ritmo. Pero bueno, sólo un poco de lucidez, un poco de paciencia (sobre todo lucidez), a la altura, ya se sabe, y todo bien.
(También)
Algo que he aprendido, a propósito de Bowie y a propósito del fenómeno espejo con los amigos.
- Espejito, espejito mágico, dime quién es la más bella del lugar...
Al espejo del cuento no le falta libertad. El espejito dice la verdad. El espejito te mira, tú le miras, no hay nadie más. No se puede responsabilizar a otro de lo que uno siente. Incluso entre tú y tu imagen está el azogue que os separa.
Como en el lobo estepario, de Herman Hesse, espejito en la mano. Cada uno que se mire a sí mismo. Después a los demás. De nada sirve contagiarse las emociones los unos a los otros, eso es nocivo. Después, puede uno verse en una piedra si eso ayuda, si eso sirve, y si no espejito en la mano.
También sé que a veces parece que me pongo bélica.
Doesn´t mean a shit.
Nada más lejos de mi intención que hacer mala sangre.
Dominique Appia
llenando el olvido de memoria y vv.
5º Ortigueira
Claro que sí
Hasta el 19-20
Recuerdo y paseo por la memoria...
veo las luciérnagas verdes y paso por el htel de la perla, camino hasta la isla cuando baja la marea y me empapo con la llovizna de costumbre, pongo bolsas de plástico dentro de los calcetines y me ducho con agua helada, busco semillas de eucalipto y escucho a los gaiteros, compro algún collar que no llegará al próximo festival, consigo otro poster con el dragón celta, compro otra cartera de cuero (que seguro me roban antes del próximo verano) y le pongo el nombre de alguien que me guste, me encuentro con los viajeros perpetuos, con el tipo del "dijeridoo", con el de las semillas y el melón con vino, con el del caballo, con los punkies y sus perros y con los hippies y su café de cereales con leche de oveja o de soja (bdaj!)...
Será porque este fin de semana (y hasta hoy) se hizo obvio que he perdido el Norte, o porque no falto un año desde hace cuatro.
Quizá por la sensación de ver las montañas junto al mar, o por ese acento que parece volver a casa, lleno de diminutivos en -iño e -ín.
Tendrá que ver con el agua helada que me devuelve la sensibilidad en partes del cuerpo que no recordaba o con el ribeiro que me hace verlo todo con más levedad.
O también por ver a tanta gente tan distinta de tantos sitios diferentes y que no parecen tener prisa.
Será porque quiero desaparecer, tal vez.
Este año es distinto.
Los otros años ha sido casi una casualidad, un poco porque prestaba, otro poco porque coincidía. Ya el año pasado fue otra cosa, algo muy íntimo, lleno de magia conocida.
Este año parece más turbulento. Hace falta más voluntad que suerte. Pienso que esta vez, ir allí me ayudaría a reiniciar un ciclo.
A ver qué dice B. A ver mi hermana. A ver, a ver...
Claro, mi brazo viene conmigo, que es peor que un bebé llorica. Pero ya le estoy cogiendo cariño y le trato con más mimo.
Uff, esas montañas verdes rodeando la ría y el mar a lo lejos... las gaitas en mitad de la noche.
A respirar todas las uves que no se escriben.
Yo creo que sí. Creo que va a ser que sí. Pero aún es un secreto.
Los chicos también lloran. Hazme caso, llora lo menos posible o te dirán llorica.
Me pongo triste muy fácilmente. Algo-como-triste. A veces aprieto los dientes. Coloco mi línea en la felicidad y oscilo arriba y abajo. Trapecista.
A mi no me tratan mejor que a ti. Me falta de todo. Nada es lo que era. Nadie me entiende... miles de tópicos.
Es sólo que me niego a joderme la existencia, por h o por b.
Desde la señorita funcionaria con un café de menos y otro mal servido hasta el tipo de turno que viene de cordero y luego le ves el rabo y los cuernos... Desde el primer imbécil que pasa y se cree con derecho a gritarme tonterías hasta el amigo o la amiga que no viene de frente. Intento estar a la altura, aunque no soy muy alta, y mantener el tipo.
A la altura de lo que venga.
Entretanto... el pecho blanco de mi gato, paciencia, madrugada, memorias de una geisha, mucha agua y cigarrillos.