25 de Octubre 2005

Partir-Marchar

Dícese de separar una cosa de otra, a veces implica ruptura. Ej. Partir el pan. Dícese de abandonar un lugar y llegar a otro. Ej. Marchar a Londres. Dícese de. También pueden ser sinónimos o perdices o lombrices.

A veces uno se marcha porque quiere ir a otro lugar, aunque no quiera marcharse de donde está, a veces se mezcla todo y hay que confiar en la decisión que se tomó, y arriesgarse a que merezca la pena. Así nos fuimos Amí y yo, para Gijón, cada uno con su taima. Ahora que nos recuerdo, mirados desde lo que sé ahora y vistos en lo que éramos, tenemos pinta de nueces con el universo dentro. En aquel momento, yo no tenía ni idea de todo lo que guardábamos.

Todo empezó un poco antes, cuando vino la lucense a pasar conmigo unos días y pasamos las tardes cojn los tres mopsqueteros, de risas. Después la lucense tenía sueño y más cosas y yo pasé las noches emborranchándome con los tres mosqueteros, planeando por el potemkin con G, sin enterarme de lo que estaba pasando, que es la mejor manera de dejar que pasen las cosas. Luego se marchó L, a lidiar con los mecánicos. Después de que se fueran I y G, Amí y yo decidimos ir a Gijón y pasar por el San Froilán a ver a los dos piezas que me instigaban para correr una juergas.

Cuando llegamos, coloqué el ticket de aparcamiento y esperamos en un café a que vinieran I y G. Si hubiera estado menos nerviosa no habría sido tan descarada, pero a veces los nervios me hacen más corazón de carreras que caracol y me tiro el lance. Estuve con N. Que me recibió en su casa para unos días y sólo dormí uno en el salón, dos semanas más tarde, dos horas, y por el día. N, que me toreó lo mejor que pudo y se dejó querer y tembién me quiso. Que siempre ha sido tan linda y tan sincera, que ahora la vi tan valiente y tan libre. La llevo colgada de las ganas, a pesar de que piense cosas raras. El lance aquel acertó horas más tarde, con unas copas de más y algunas timideces de menos. Si cabe tanto tiempo en tres días, es también porque falta y todo tiene una intensidad diferente, un ritmo original. Aunque yo ya sea escéptica con algunas cosas, también hay cosas que nunca cambian.

Salímos de Gijón, Amí y yo, intentando escuchar el Ultrasónica y siendo boicoteados por el discman. En la ciudad de las luces, encontré los conocidos brazos de la lucense, su sonrisa nostálgica, que ya echaba de menos, los ojos del duendecillo galego –vaya trasto estás hecho- y D. un nuevo galego locuelo, que si no es por su mano no llego a casa sana el último día. Desde el anochecer al amanecer, minuto a minuto, subiéndonos a la parra del ribeiro, doblados de risa con chorradas variopintas, como viene siendo habitual con I y Amí, con G. La lucense, el trasto y el locuelo se nos colaron a Amí y a mi por los poros y luego no podíamos marcharnos sin lluvia. Bendito San Froilán. Benditos churros con chocolate, aunque algunos los tomen con la última copa y churro compartido, benditas risas en un cruce de caminos –aunque no creo que pudieramos formar un equipo de fútbol, ¿llegamos a juntar todos las manos una sola vez? Quizá incluso todas las veces un instante- Benditos ustedes que han sido tan buenos y tan lindos.

Salimos de Lugo escuchando a Mercedes Peón, dejando que Galicia nos corriera por las venas y se nos saliera por los ojos. Llovía. Amí escribió sobre vosotros en el Tribuna de Salamanca. No nos dio tiempo a ir a la playa del silencio, pero guardamos silencio durante el viaje. Montes y eucalipto alrededor, montañas, rías, mar.

De vuelta a Gijón, encontramos a una nueva componente de cuadrilla, S. con la que cerramos el viaje, que ya no faltaba nadie, o quizá sí. Hubo momentos bajos, momentos tensos, momentos hermosos. Un viaje completo. Absurdo transcribir las bromas. Qué bien los billares en el arizona, el mar, la música en tu buhardilla, la espontaneidad en todo, el savoy y los margaritas, Betty boop, los piratas y su tercer pie, qué stress el Domingo de gracia, sin ir a misa de doce y dando tumbos por toda la ciudad, qué bien lo pasamos en el cine, cómo volaban las palomitas alrededor del coche -tú y tus locas grandes ideas- como en una nave en el espacio, qué grandes las ballenas mexicanas y la comida demasiado casera, el telediario, los desayunos en el mundo, los eternos cafés con N en el Náutico, el no puedo más y no me quiero marchar, la risa de madrugada en el coche, los caramelos, el sabor de la rabia por la mañana, inconclusa, justa, mascable, qué grandes los besos salados, la lluvia, el té del mediodía, tu bendición en el cristal para mi viaje.

Amaral de vuelta, cómo no, música ligera. Entrar en Salamanca, sin ganas de llegar a casa, me perdía todo el rato... J, de Roma, me recibió saltando, P, también contenta, mis dos compañeras de piso, pura suerte, muchas preguntas, yo sin respuestas.
Poco a poco , más tranquila, cogiéndole el pulso a la existencia, con dolor de barriga, pero muy bien, ya saben; r e s p i r a n d o.
Qué lindo viaje. Gracias.

Escrito por Artemisa a las 25 de Octubre 2005 a las 04:17 PM