(Después de ver El año de Ricardo)
He cogido frío onírico
He tenido fiebre, delirios, sudor
acaso por segunda vez
por segunda vez
sin alas
sin misterio
Es un milagro que la ternura
-tan necesaria-
pueda regalarse siempre
a veces sólo hasta
un momento antes de partir
Es un milagro que los besos
puedan ser tan básicos y
capaces de abrir
la memoria mistérica
hecha con los verbos de siempre
tan antigua
tan antigua
Tenía tantas ganas de llorar.
Me daba vergüenza
ser tan básica
mi tierna rendición
hecha con los verbos de siempre
Los besos me dan tanta dulzura a veces
Los besos me ponen tan triste a veces
me hacen recordar a veces las ganas de llorar
por un buen motivo
por un buen motivo
las ganas de llorar
las ganas de llorar
con toda mi tristeza
Toda la noche delirando.
El mundo a mi alrededor
girando girando girando.
Toda la noche soñando
camellos patas arriba
barcos naufragados en desiertos
huesos, miles de huesos
perros famélicos
raspas de pez
mujeres que vomitan
dientes
dientes
dientes
niños con certezas mirándome con asco
niñas que no aprueban lo que está pasando
tiranos que no lloran mirándose las manos
cuchillos, llaves
herraduras, tullidos
dientes y más dientes
paredes que lloran
planetas que lloran
palabras que lloran
"No quedará nada
si hombre y mujer
dejan de sufrir por amor"
(A. Lidell)
Quiero abrazar tu cuello sin fiebre
y sentirte pesar, subir y bajar
sobre mi pecho izquierdo
tan despierto
tan lejos de mi sueño de ti
como si volvieras del desierto que no he visto
donde el sol abrasa las dunas del otro lado del mundo
la espalda al otro lado del mundo
y sabemos que podemos creer que
no hay hombres allí
no hay hombres allí
no hay hombres allí
Quiero sentir tu cabeza subir y bajar
y saber que los has visto
allí donde el sol abrasa las dunas
camellos sobre sus patas
hombres allí
mujeres allí
al otro lado del mundo
al otro lado del mundo
Me daba vergüenza decirlo
lo que no me dejaba dormir
eran los latidos de otro corazón
que no conozco
que mi ser comprende
al otro lado de la ciudad
mi espalda al otro lado
que no conozco
que mi ser atiende
Me daba vergüenza
entre los camellos, entre los dientes
insomne por el latido de otro corazón
al otro lado de mi ventana
yo toda corazón
-golpeando mis costillas,
mi cristal-
hambrienta
a veces fuera de lugar
preguntándome por una manzana, insistentemente
preguntándome por una lombriz, insistentemente
preguntándome lo que no sé, insistentemente
Es un milagro que la ternura
-tan necesaria
tan necesaria-
pueda regalarse siempre
y hasta
un momento antes de partir.
Es un milagro que los besos
puedan ser tan básicos y
capaces de abrir
la memoria mistérica
hecha con los verbos de siempre
tan antigua
tan antigua
tan antigua