En esta calle vivía Jim Morrison.
Llevo viviendo aquí desde el diez de Enero y ha sido un tiempo bonito, muy muy lindo.
Acabo de tomar unas copas con Benia, porque salía él de estudiar de la habitación con la idea de hacer pera al horno con ron y yo que no podía parar de reirme leyendo los comments de mis primeros días aquí. Nos hemos puesto a recordar los primeros días buscando piso... qué risa...
En esta calle, decía, en el numero 17-19 vivía Jim Morrison, en el segundo piso. Yo vivo en el 18. En esta calle, en el 19, vive una mujer muy mayor, delgadita y de pelo blanco que anda siempre bailando por mitad de la calle, con sus bolsas de la compra o con el bolso o con un paraguas. También en esta calle hay dos galerias de arte, una de pintura y otra de escultura, y el taller de la joyera de las gafas redondas. Justo debajo de mi casa hay un bar, que da al patio interior del edificio, y al lado hay un restaurante que se llama la tête ailleurs -la cabeza en otra parte-. En mi mismo bloque vive el pianista -Paul- que esta aprendiendo a tocar la trompeta y su chica -Lola-, que está aprendiendo a tocar el Claro de Luna de Debussy. También, justo debajo mío vive un parisino insoportable de mi edad, que es un melindre y un cínico, y enfrente vive un chico muy timido que siempre se asusta cuando le saludo y que fuma en la ventana del baño.
Mi casa. Yo vivo en la puerta 11, con un chico italiano, de Roma, que siempre cruza a lo loco y que se llama Benia. Beniamino. Benia toca la guitarra conmigo junto al sena y cantamos counting crows y Red Hot Chilli Peppers y otras cosas. Le encanta comer y cocina de muerte, también hablar y las cosas bonitas. Nos llevamos muy muy bien. Es un gran tipo.
La casa tiene cuatro piezas; un salón, que hace las veces de mi habitación y tiene una cocina separada por una barra de madera, un baño, un vestidor y una habitación, en la que duerme Benia. El salón tiene dos ventanas, en una de ellas hay cortinas de velo rojo, de donde cuelga una pluma verde de un espectáculo de danza, y en la otra hay plantas. Nada más entrar está la cocina, ni muy pequeña ni muy grande, con la zona de los fuegos alicatada con baldosas amarillas, un armario largo y varios pequeños, el cacharro rojo de las cosas grandes de cocina, mi planta de hifrocultivo, la botella de ron, un gran frutero donde quedan dos manzanas... El resto es el salón, una mesa grande que se abre para comer y que es donde estudio, sobre la que hay un mapa de Paris, en frente hay un espejo, en el que me miro desde el vestidor y donde hay pegados los dos flyers de las tardes de improvisación de danza a los que he ido, además de la postal de Jimy en mi calle y de la tarjeta de I Love Hisham que me dio el propio cómico en persona intentando ligar conmigo en la rue de Sully.
Entre las ventanas, donde estoy yo ahora, hay un poster de un bosque con una biblioteca al aire libre y monigotes que leen y miran en las estanterías, debajo está el ordenador, con su minúscula sillita y los cojines para cuando ya duela la espalda, a un lado hay una mesa bajota y al otro el helecho y una gran tele que hemos encendido una vez. Encima de la tele está el teléfono y en la esquina, hay unas campanitas de colores que se encienden si están enchufadas. Detrás de la tele están mis patines, usados dos veces en todo el año... porque con lo que llueve aquí...
Enfrente de la tele, en la otra pared hay un gran espejo cuadrado donde he colocado fotografías y dibujos; está el dibujo que me envió M, la foto de Anairutsa en su plaza favorita de Roma, Benia, irene y yo en Trastevere, Roma, la boca de la verdad, Benia en Amsterdam, la pelirroja y yo en Candem Town, Londres, Miriam en la ventana, la cena de cumpleaños de Irene en Vin de Pyrineés, Battle Sea de Kandinsky y el árbol rosa de Ribadeo... Bajo el espejo está mi cama, con la colcha que me hizo mi abuelita hecha de cuadrados de lana de muchos colores, también ahí está la minicadena y la lámpara india, los discos y mi despertador de numeros verdes. En la otra esquina está la guitarra, ahora tan calladita que da respeto.
En la pared sobre mi cama ha una ventanita de madera que da a la habitación de Benia, por donde nos pasamos los porros y nos damos a veces los buenos dias o las buenas noches.
El baño está muy bien, con su ducha semicircular cerradita y la caldera que pega petardazos de cez en cuando al encenderse. Enfrente del baño está el vestidor que es donde tengo toda mi ropa, y entre las dos piezas hay una librería que ya tengo atestada de libros y embarullada de apuntes con los examenes.
En la puerta está colgado el calendario que me envió M por mi cumpleaños y un "rosario" hindú.
La chica que vive aquí se fue a Brasil y perdió la memoria. Dice su padre que no recuerda lo que hizo como doctorado y tampoco porqué estaba en Brasil. Se llama Julia.
...
Vivo a diez minutos de Notre Dame, a cinco del Sena, me gusta pasear por las islas, sobre todo atravesar el puente que las une y llegar hasta los jardines de Notre dame... Me gusta un parquecito que está justo al final de la île de St Louis, donde hay un sauce que me enseña a inclinarme sobre el agua y pensar despacito. Me gusta el patio por el que se cuelan todos los ruidos del bar y los del piano de Paul y los ensauyos de Lola, y el vecino amargo del numero seis y la ventana del ultimo piso con sus flores y las palomas que van alli a pasearse todas las mañanas...
Me gusta cómo huele ahora por las mañanas, y cuando se cuela un poco de sol en el patio... y cómo suena cuando llueve.
en fin.
(...)