Cada dos pasos me paro a mirar un escaparate, hay hombres con grandes sombreros negros, restaurantes de kebabs y pitas, librerías, joyerías. La mayoría de las tiendas tienen la estrella judía y en los cristales de una cafetería de la rue de rosiers veo inscripciones que parecen sacadas de algun libro de máximas
en algunas ocasiones se puede hacer mal por causas justificadas, lo malo es que el hombre se ha convertido en un experto justificandose ,
cosas así. En un escaparate, veo el auténtico gato de Edith Piaf momificado, encuentro una tienda de ropa de segunda mano, giro por la rue des ecouffes y me paro a mirar un cuadro de una boda judía; los invitados rodean a los novios sobre un fondo de hierba, parecen todos muy felices y tienen las caras angulosas, grises y blancas. Hay un violinista y un acordeonista y, quizá tb por eso, me recuerda mucho a Chagall. En el centro de la pintura, bajo los novios, hay una extraña figura de una mujer pequeña que parece una pitonisa.
Estoy mirando el cuadro cuando noto que alguien pasa a mi lado y me mira. Me giro y resulta ser el italiano que se llevó mi sombrero a Sicilia hace una semana, lleva un dijeridu y se dirige a Jussieu, pero antes subimos a su casa y me devuelve el sombrero. La casa como siempre es un kilombo y se disculpa y me explica que hay ahora cuatro personas viviendo en ella -la habitación es enana, me pregunto donde se meten los cuatro-. Está contento pero no puede quedarse, tiene prisa.
Después he entrado en una iglesia, durante el ensayo del coro, y me ha gustado la música, me apetecía quedarme. Así que pienso en ponerme a leer mientras el coro canta y, lo mejor, el único libro que tenía era el anticristo de Nietzsche. Debo haber estado alli metida más de una hora, hasta que se me ha metido el frío de la piedra dentro.
Al salir de la iglesia, he seguido paseando, mirando galerías y escaparates, intentando hacerme un mapa mental con tanta concentración que he estado dando vueltas a las mismas cuatro calles durante un buen rato. Me he perdido. He vuelto a casa dando una vuelta enorme, empeñada en reencontrar una plaza con arboles, donde sirven vino caliente con canela.
Escrito por Artemisa a las 18 de Febrero 2005 a las 06:49 PM