Lo escribo y se hace prepotente, lo digo y se hace soberbio.
Parece que hablo por mí y no desde mí.
Es el problema de siempre.
Nadie se da cuenta de nada,
nadie la pone en valor.
No sé avanzar por la verdad sin decirla,
la verdad suena siempre
como si un elefante cayera del cielo sobre un invernadero.
La verdad es molesta como una urticaria para el que no la desea.
No se puede seguir a la verdad, se es verdad o no.
Pero cuando se es verdad, no se la puede ver.
Sólo los otros pueden, si lo desean.
No es que no me engañe, sé que lo hago.
Sólo así me hago verdad, paso a paso.
No, no es una gran diferencia,
la mayor parte del tiempo
eso sólo me hace menos sociable y más taciturna.
Tampoco se nota demasiado.
Pero no seré yo quien diga que es mejor
ser nocturno que diurno o que el negro
sea más feo que el blanco o que lo oscuro
sea negativo y lo negativo sea malo.
No se quiere hablar de lo que duele,
se habla de lo que daña,
pero siempre se habla de lo que duele,
como si fuera malo. El mal, no, no,
el mal dejémoslo a un lado,
olvidemos, seremos buenos,
seremos siempre futuro, viviremos siempre,
sigamos al bien, podemos ser el bien,
seamos felices. Con tanta felicidad,
acabarán conmigo.