29 de Junio 2004

El tornado (II)

Yo esperaba que vinieran a buscarme animales místicos, concretamente, seres que habitan en el agua.

Todavía no.

El viento agitó el agua y no pude seguir haciéndome la muerta; me encaramé a un tejado desde donde veía la vasta superficie de la ciudad sumergida. La lámina azul se interrumpía con tejados sobresalientes y ramas de árbol. El viento me golpeaba. Un tornado avanzaba desde el noroeste hacia mí.

Era culpa mía, si hubiese sido más lista no habría terminado provocando ese tornado. Ahora él venía hacia mí y quería engullirme y destrozarme. Era mi propio juicio. Culpable. Gotas de agua enfurecida empezaron a pincharme en la cara, disparadas desde la trompa de viento. Cerré los ojos.
Para entonces, ya no podía pensar sino en hacer que todo desapareciera.

Casi como una mano, el tornado me arrancó del tejado y me hizo girar tan rápido que pensé que se me escaparían los ojos y la boca de la cara. Luché contra el aire. Mi cuerpo se movía en todas direcciones sin hacerme caso. Peleé hasta quedarme sin fuerzas. Me dejé llevar.

Haciéndome la muerta, cosa que ya parecía costumbre, empecé a trazar círculos cada vez más pequeños. La velocidad disminuyó, o eso sentí; ya no me parecía violento. Abrí los ojos. Estaba en el último círculo de viento del tornado y podía observar el interior del cono de aire.

El viento tiró de mí hacia afuera pero conseguí mantenerme. Ante mí, pude contemplar objetos de todo tipo, arrastrados por la fuerza del tornado, desde farolas de la calle principal hasta alguna de las vacas que pastaban en los prados momentos antes.

Me balanceé y salté al centro.

El silbido del aire me pareció constante, sordo, y pensé en el silencio.

Puesto que la ciudad estaba inhundada, la parte más baja del tornado estaba hecha de agua. Jirones de verdes y azules y malvas y azules y verdes. Vi aparecer y desaparecer algunos de los animales mágicos que había estado esperando, todos girando como figuras de un carrusel.

Caminé dentro del tornado por toda la ciudad, manteniéndome a distancia de las paredes de aire hasta que se hizo de noche. El tornado recortaba un círculo de cielo lleno de estrellas y en algunos momentos pude ver la luna. Decidí abandonarme al viento circular, haciéndome la muerta, para poder dormir un poco.

Escrito por Artemisa a las 29 de Junio 2004 a las 10:02 PM
Comentarios

Excelente. Escribes de una manera que transportas.

Escrito por Patricia a las 11 de Diciembre 2008 a las 06:05 PM

pongan fotos

Escrito por ESTEFANIA a las 15 de Noviembre 2004 a las 10:40 PM
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